PARA MI AMIGO ALBERTO
Décimas Relacionadas
EL CALOR DE TU SONRISAEL CALOR DE TU SONRISA
castigó los contactos
oscuros del silencio.
Tus ojos percibieron
la mirada indeseable
pervertida del silencio.
Con tu susurro infinito
partieron las palomas
oscuras del silencio
El calor de tu sonrisa
se moja en la lluvia
oscura del silencio.
La furia de tus palabras
acabaron con el aliento
oscuro del silencio
La mentira y el olvido
conjugarion las emociones
oscuras del silencio.
Impalpable estaba tu corazón
tus manos mensajeras de la vida
atravezaron los precipicios
oscuros del silencio.
La sonrisa de tu cabello
navegó en los puertos
sublimes de tu verdad.
vahema santa maria
viernes 24 abril 2009
DERZU UZALADERZU UZALA
De la penumbra verde y oscura
apareciste como oso vespertino,
tu voz aguda se escuchó
desde la fogata clara
que atizaban los soldados
una noche de plenilunio
Balanceo lateral y encorvado
carga al lomo,
talle pequeño,
mirada felina,
cual puma hambriento,
o cual oso del bosque
buscando en el fuego
el calor de tu hogar perdido
o la carne diaria de la vida
Sentado al borde de la hoguera
atenuaste el cansancio,
tu larga pipa en mano
fue el rito de la reflexión diaria
y una bocanada profunda de humo
fue el eco fugaz
de tu pensamiento
El bosque era tu hogar,
cada paraje era familiar para ti,
los soldados asombrados
no podían creer
la agudeza de tu mirada
ni la percepción profunda
de las huellas
de cada pisada furtiva
Una noche te encontró el capitán
sentado en posición de loto
frente a una hoguera
de seca maleza.
Estabas hablando con tu esposa y tu hijo
y en cada llama azul
sentías el espíritu
de tus seres queridos
o la danza ritual
de amados espectros que acudían
a saludarte,
¡aquella noche de melancolía,
de evocación y de nostalgia!
Goldi grande,
de pequeña estatura,
sabio profundo del bosque,
son tus maestros los arbustos del campo
y también el viento del este,
El “amba” de medianoche,
la nieve,
los riachuelos y los estanques.
Arturo Villena
Primavera 2006
LA LUCHALA LUCHA
Las flores de tus ojos,
me enseñaron la lluvia,
a buscar en cada pétalo
de la vida
las hojas desnudas
de la opresión.
Caminé por el silencio
de tus palabras
y encontré
una flor que me llamaba.
Sus hilos de sangre
se perdían,
en la raíz de la tierra,
las huellas de su sombra
me hablaron en la noche,
y dejaron en mis manos
su camino de libertad.
Recibí en mis sentidos,
las voces de los enterrados,
sonaron sobre mis oídos
las gargantas de los fusilados.
En la piel suave de las flores
encontré las huellasde tus ojos,
y con los racimosde las hojas
recogí las manosquemadas
con las sílabas
ardientes
de la sangre
y de la pólvora.
Vahema
La Paz – Bolivia
2005