Mes: Enero, 2018

ANTESALA DEL AMORANTESALA DEL AMOR

Antesala de Amor
Se acomodó encima de mis rodillas, desabotono su blusa celeste y mordiéndome a los ojos descubrió sus senos y me dijo: ¿No te gustan?.Una luz mortecina alumbraba sus orillas gastadas por los años. Mis labios recorrían sus montañas afiebradas, las manos transitaban por los firmamentos de los recuerdos. Separamos el pavor de sus colores del rojo hilo de su premura. Sobre la mesa de sus apuros serví dos vasos de Singani, ella presurosa coloco sobre los vasos, cubitos de hielo. Desde el cristal de mis pensamientos fui dando vuelta a la baraja, retire una carta y la cubrí con mi mano izquierda. Sobre el pecho desnudo de sus emociones, acaricié los crepúsculos de sus arrebatos, era la vitrina dormida de sus años, en las playas calientes de las manos.El timbre del departamento sonó dos veces. Debajo del umbral de la cocina se detuvo. ¿Quién será?, Me preguntó en voz baja, hice una mueca de admiración, fijó su mirada hacia la puerta principal del departamento, giró sobre sus talones y acomodó sus espaciosas caderas sobre una pequeña silla de madera.Saco de los zapatos cuidadosamente sus pies, y se dirigió descalza hacia la puerta de entrada, miró por el ojo mágico, dio las espaldas a la puerta, se persignó como si estuviera entrando a la iglesia del barrio y abrió la puerta, era el portero del edificio que venía a entregarle una torta que un amigo de Myrla se la enviaba.A este me dijo señalando la torta lo conocí a las dos semanas de haberme casado, todos los sábados almorzábamos juntos, ¿cuánto tiempo, duró eso? Pregunté, fueron ocho meses, lo acompañe en sus giras políticas, en las campañas electorales, pero nunca vote por él ni por su partido. Unos tallarines en salsa verde aplacaron con creces nuestra hambre, lo acompañamos con un semiseco de Tacama helado, bebimos todas la botella. La música desbordaba el ambiente, las cortinas de gasa china colocadas en el comedor, dejaban ver las nostalgias de los sueños imperiales, terminamos comiendo torta y queques. Una bocina de auto hizo estallar la conversación. Puede ser mi marido dijo Myrla que se le ha ocurrido venir a visitarme. Desde la ventana de su dormitorio observó el auto de su marido que se iba perdiendo en una larga fila de movilidades, las fotografías desparramadas sobre su sillón de costura delataban su escultural cuerpo, montada sobre un caballo se reafirmaba su colaboración en las campañas políticas.
Sobre una alfombra verde billar y entre almohadones posaba cubierta con una malla de color acero. Ese fotógrafo estuvo contratado para la campaña electoral, todos los días posaba desnuda. He coleccionado 100 fotografías, solo 3 personas han tenido acceso a ellas: Mi madre, mi sobrino y un amante pasajero; la interrumpí para preguntarle si el político ha tenido acceso a ellas, no me dijo, cuando ejerció la cartera del ministerio de trabajo, sobre las resoluciones recién impresas hacíamos el amor. Cogió una fotografía en que se cubría con una malla de naipes, levante la mano izquierda que cubría la carta y se la enseñe, la miró y sonriendo me dijo vamos a viajar, encendió un cigarro negro y comprobó lo que había manifestado. Sobre la cresta de sus olas, descansé en el oasis de sus pretensiones, llegué hasta la ofrenda de su memoria, con el orgullo de la palabra. La mire y ella también, tenía puesta una malla de ballet de color rojo, su cuerpo era un remolino de vueltas, la penetré sobre el calor de sus paisajes, era una balsa al garete, ella se aferraba a la tangana, sobre el tapiz de sus flores, nos cubrió la última catarata. En la noche de su germinación terrestre, nacieron las azucenas. Un polo amarillo cubría su torso, sobre la cima de sus elevados senos se leía: “HAZME NACER ” en letras negras y gruesas. Sonó el timbre del teléfono. Si te espero. Vienes pronto. Chau. Su sobrino apareció cansado, arrojó el maletín sobre el sofá, colgó su kepí y se estiro en el sillón. Un plato de sopa hirviente alcanzó a remecer sus horizontes. Colgó la luna de sus sentimientos sobre los brazos calientes de su tía, la cercó cuerpo a cuerpo, progresivamente exploró todos los terrenos, enderezó las curvas, saltó los precipicios, descanso sobre la bajada de sus muslos y por último llegó al ojo caliente de las aguas termales. La madre de su sobrino sospechaba las relaciones turbulentas que llevaba su hijo con su hermana. Las diferencias entre las hermanas datan de muchos años atrás, cuando tuvo relaciones con un alemán y procreó un hijo que era el sobrino de Myrla. Desde aquel entonces las diferencias alcanzaron alturas insospechadas.
Sobre el mostrador de su negocio, el marido de su hermana, acariciaba los cabellos de Myrla, que sucumbía alegremente al requiebro de su cuñado. Eran varios los años que mantenían continuos contactos, estos se fueron intensificando sin que ellos se dieran cuenta, que estaban dentro de una vorágine que no tenia cuando parar. Todo empezó cuando él fue arreglar el Calefón y tuvo que volver varias veces para terminar el trabajo. El cuñado conocía de antemano las debilidades de las bondades que poseía Myrla. En el Jardín de tu vida, eres flor fraganciosa, sobre tu mente prodigiosa, hay una luz encendida, de azucena nacida. Sobre la margen derecha de Río Abajo, se deslizaba la camioneta Blanca Sedan 4×4, que la conducía Myrla, los boleros de Galy galeano, iban abonando el camino. Un manto verde de sembríos de lechuga, extensiones de cañaverales iban matizando la tarde cargada de calor, al fin llegamos mencionó Sadel, dándole un beso en las piernas a Myrla. Una edificación grande rodeada de jardines muy bien conservados los recibieron. Aquella servía de descanso mensual al padre de Myrla que bajaba de sus propiedades cultivadas de alfalfa. Sobre la terraza de ésta se podía ver los últimos sembríos de una cosecha tempranera. Dos perros pastores coronaban el silencio ampuloso del deseo. Sobre la tumba de sus ocurrencias, el viento perezoso caminaba sobre el crepúsculo de la tarde. Epifanio el portero mayor sirvió dos vasos de jugos, de su bolso negro apartó una bolsa plástica y se la entregó a Epifanio, para tus hijos le dijo. Mandó preparar dos asados con papas fritas y ensalada de tomates. Caminaron por el corredor derecho, una escalera de madera los llevó a una habitación grande con olor a caoba, las paredes mostraban fotografías y pinturas al óleo, sobre la izquierda un bar repleto de licores, el traje de seda en color lila que vestía Myrla, desaparecía entre las sombras pudorosas de los lienzos que miraba absorto Sadel.
Descubrí tu edificio de mujer, sobre columnas hermosas, una terraza preciosa, cristal del amanecer. Sí la lluvia quiere caer, extiende tu cabellera, corazón de cordillera, ciudadana del amor, credencial del candor, escudo y bandera. Las manos se juntaron, las pinturas se hundieron, las maderas temblaron ante el peso esquizofrénico de los cuerpos, las luces cambiaban de colores, los ojos retumbaron, las macetas y las flores no alcanzaron haber el sol. Desde la cumbre de una leve sonrisa, el coraje de tu rostro, atravesó el cabildo de tus ojos. La noche mostraba su sonrisa serena, sobre la berma derecha, aparcó la camioneta, bájate antes que la gorda té mate, le dijo Myrla en alusión a su hermana de ella. El día se iba acomodando, en las alturas había nevado, el soplido del viento acababa los últimos tragos de la noche. Myrla llegó corriendo, a las diez de la mañana tenia una cita reservada con el gerente de la compañía. La secretaria en tono suave le indica que puede pasar a la oficina de la gerencia. Lucía un pantalón ceñido verde agua, con la astucia de sus años le presenta su saludo caluroso. Aquel era un hombre que bordeaba los treinta años, sobre la aurora de sus 40, le muestra un listado de su mercadería. Recibí tus ositos de peluche gracias y le estampó un sonoro beso en el rollizo cuello del gerente y con sus manos le despeinaba el cabello. Comunica por el anexo que preparen el pedido de la Señora Myrla antigua cliente de la Compañía, fímame estas 6 letras y también estos 6 recibos, es una formalidad le dice, mientras que acomodándose sobre las piernas del gerente, le desata la corbata y le empieza a tocar las notas de la Marcha Paso de Vencedores. Va usted con cuatro hombres y las autoridades judiciales, a realizar el allanamiento de un laboratorio de cocaína, si mi capitán y se retira. Desde un teléfono público habla con Myrla, prepárate, mañana sobre las seis de la tarde me esperas en el Paseo de la Rotonda, estaré con una camioneta roja. Esta bien no faltare, cuídate. No te preocupes. Chau. Colgó el teléfono y se retiro a la cocina, mientras tanto meditaba sobre esa llamada. Comenzó a arreglar las habitaciones, salió a la calle a almorzar y atender su negocio.
En el olvido de sus pretensiones, sobre la Rada de sus ensueños, el consumo de un cigarro negro acariciaba sus ambiciones. La camioneta de la compañía desembarcaba su mercadería, 8 bultos grandes era el listado completo de su pedido, me lo firma señora dijo el empleado y se retiró. A caballo regalado no se le mira las muelas y los apilo unos tras otros. El hermano de su marido que llego a visitarla, se percata de la mercadería. Cuanto cuesta esto la interrogó. Como era su costumbre, desde que se inició en el mundo de los negocios, aprendió a eludir los momentos ásperos, sin embargo esbozando una sonrisa de disimulo contesto: “SI TU ME DAS, YO TE DOY” y sé hecho a reír a mandíbula batiente. El hermano de su marido, no se quedó callado, con la autoridad que le daban los últimos cuatro años, de conocerla como la palma de su mano, espetó: Estas pagando en género. Así es dijo Myrla, badulaque, embustero, vividor, ganapán. Las palabras siguieron volando, el cuñado dio las espaldas y se alejo. Sobre la tarde dormida del día siguiente, la camioneta roja estacionada la recogió. El agente de inteligencia la miró detenidamente y en su memoria se dibujaron el plano de la casa donde iban a dormir. Me quieren matar le dijo. ¿QUIEN? La misma inteligencia. Se detuvo la camioneta, bajaron una guitarra, una bolsa que contenía alimentos, dos botellas de ron, una linterna grande. Las puertas de las habitaciones estaban cerradas, solo quedaba abierta la del baño. En la habitación grande del comedor acomodaron unas sillas, sobre una mesa depositaron los alimentos, Myrla avanzó hacia el baño, el agente indicó no prendas las luces, a tientas se volvió a pintar los labios, se acomodó el cabello, recogió las ropas húmedas colgadas desde el verano de sus sentimientos. El agente cantaba acompañado de su guitarra. Desde la puerta del baño Myrla exclamo: Estas poderoso, el agente alzó la cabeza, dejó de cantar y le señaló la botella, sirve de una vez, porque me cago de sueño, ella “alzó la copa de su viento, y sirvió en las mesas de las hojas, las flores bellas de su recuerdo”
Entre vasos de Singani, cigarrillos, música, penetraciones, fue perdiéndose la noche, el agente la contemplaba. Eres un monumento, de luz y de hueso, de luna y de queso, libre como el viento. Cálida en su momento, en perfumes de clavel, con sabor a laurel, vestida de rosa bella y hermosa, de junco y de miel. Sigilosamente se vistió el agente, bajó silenciosamente las escaleras, regresó por las llaves, observó la camioneta roja estacionada, con la pistola en la mano se fue acercando, la puerta posterior estaba semiabierta, estiró el brazo izquierdo y la cerró. El chofer no se encontraba en su puesto de vigilancia, caminó unos cuantos metros y llegó a la esquina superior del parque, descendió por unas gradas de cemento y encontró al chofer desangrándose, volvió sobre sus mismos pasos, dio una vuelta a la manzana, ingresó velozmente a la casa, en los peldaños de la escalera estaban regadas las botellas, llamó por su nombre a Myrla, y nadie contestaba, terminó de subir las escaleras y se dirigió al baño, estrangulada con una soga al cuello agonizaba Myrla, estaba desnuda sobre la tina, se arrodillo, pronunció su nombre, la besó en la frente, intento desatarla y una ráfaga de metralleta acabo con su vida.Sucre, 04 de noviembre 2003Vahema

TE BUSQUETE BUSQUE

TE BUSQUE

Te busque
en tus ojos
y no te pude ver.

Te busque
en tu mirada
y no encontré tus ojos.

Te segui con el sol
ansioso por verte
y no halle tu sombra.

Te busque
en el silencio
de una inmensa oscuridad
y no te pude oir.

Te busque
en el paraíso de la alegria
y no halle tu sonrisa.

Te busque en el mar
en la brisa de las olas
y no encontre tu aroma.

Te busque
en los sonidos
de la musica en primavera
y no halle tu voz.

Te sigo
y te seguire buscando
en este planeta, o en otro
y no te encontré
en la tierra.

Te busco
en los jardines perfumados
entre los jardineros de la vida
y no halle tu rosa.

Te busco
en el llanto de la lágrima
y no encontré tu rostro.

Te busque
en la queja
lastimera de los que sufren
y no encontre tu noche.

¿Dónde estas?
me pregunto
con los brazos abiertos
y no encontré tu cuerpo.

Te busco
en el grito de la injusticia
y no halle tu nombre.

¿Dónde estás?,
me pregunto
¿Dónde estás?
con mi voz que rompe
mis pulmones
y no encuentro tus oidos.

Te busco
en el vuelo de los pájaros
volando en libertad
y no encontre tu mariposa.

Te busco
y te seguiré buscando
entre los frutales de la vida
y no halle tu manzana.

Te busque en el clamor
de las multitudes
en el rezo de una procesión
y no escuche tu palabra.

¿Dónde estás?
me pregunto
caminando entre la costa
la sierra y la selva
y no halle tu región natural.

Te busque
entre los rastros
de los caminantes
que se alejan
y no pude hallar
tus huellas.

Te busque
en el oceáno
de las cuatro estaciones
y no sentí
tus pulsaciones.

Te busqué
en los mitines,
entre los gritos.
Los brazos y los puños
y no encontré tu bandera.

Te busco
en la matemáticas
en el canto de los sabios
y no logré hallar tu numero.

¿Dónde estas?
paloma, me pregunto
Dónde estás?
y no encontré tu arrullo.

Te busque
en las llanuras
del olvido
recordé esas inmensas horas
que platicamos
y no encontré tu memoria.

Te busque
en las cristalinas aguas
en el manantial de los amores
y no senti tu rocio.

Te busqué
entre los versos de mi soledad
entre los libros de tu conciencia
y no pude encontrar
tu presencia.

Te busqué
entre los rincones
de la patria
pisando el aroma suave de la tierra
y no pude encontrar tu suelo.

Te busco
entre el pito de la usina
en las filas inmensas de las obreras
y no distingo tu vestido.

Te busco
entre los apostoles
entre la ignorancia y el saber
y no encuentro tu magisterio.

Te busco
entre las reuniones
en la mesa redonda
del debate y la opinión
y no distingo tu posición.

Te busco
en el estruendo de una madrugada
entre el canto y la sirena del ambiente
y no pude hallar tu día.

Te busco
entre el mensaje .de la doctrina
entre la teoria y la practica
y no pude hallar tu verbo.

Te busco
entre la trocha y el río
entre pájaros,arbustos y flores
y no puedo dar con tu destino.

Te busco
en el rincón dolido de mi barricada
y no pude hallar tu corazón.

Te busco
entre las letras de las canciones
entre las vocales y consonantes
y no te puedo hallar como antes.

Te busco
entre las notas
de quena,guitarra, quirquincho y charango
y no encuentro tu canción.

Te busque
hasta la cumbre
de la libertad y dignidad
y no pude hallar tu altura.

Te busqué
en las ropas húmedas
del holocausto
y no encontre tu sangre

Te busco
entre la tierra y el arado
entre el surco del dolor
y la tristeza
y no pude conseguir tu semilla.

Te busco
entre el trueno y el relámpago
entre el granizo y la nieve
y no encontre tu cordillera.

Te sigo y te seguiré buscando
entre las minas, de nuestros pueblos
entre el cobre, la plata y el oro
y no encontre tu acero.

ME PREGUNTO
¿Dónde estas?
¿Dónde te encuentras?

Vahema

TE BUSQUE

Te busque
en tus ojos
y no te pude ver.

Te busque
en tu mirada
y no encontré tus ojos.

Te segui con el sol
ansioso por verte,
y no halle tu sombra.

Te busque
en el silencio
de una inmensa oscuridad
y no te pude oir.

Te busque
en el paraíso de la alegria
y no halle tu sonrisa.

Te busque en el mar
en la brisa de las olas
y no encontre tu aroma.

Te busque
en los sonidos
de la musica en primavera
y no halle tu voz.

Te sigo
y te seguire buscando
en este planeta, o en otro
y no te encontré
en la tierra.

Te busco
en los jardines perfumados
entre los jardineros de la vida
y no halle tu rosa.

Te busco
en el llanto de la lágrima
y no encontré tu rostro.

Te busque
en la queja
lastimera de los que sufren
y no encontre tu noche.

¿Dónde estas?
me pregunto
con los brazos abiertos
y no encontré tu cuerpo.

Te busco
en el grito de la injusticia
y no halle tu nombre.

¿Dónde estás?,
me pregunto
¿Dónde estás?
con mi voz que rompe
mis pulmones
y no encuentro tus oidos.

Te busco
en el vuelo de los pájaros
volando en libertad
y no encontre tu mariposa.

Te busco
y te seguiré buscando
entre los frutales de la vida
y no halle tu manzana.

Te busque en el clamor
de las multitudes
en el rezo de una procesión
y no escuche tu palabra.

¿Dónde estás?
me pregunto
caminando entre la costa
la sierra y la selva
y no halle tu región natural.

Te busque
entre los rastros
de los caminantes
que se alejan
y no pude hallar
tus huellas.

Te busque
en el oceáno
de las cuatro estaciones
y no sentí
tus pulsaciones.

Te busqué
en los mitines,
entre los gritos.
Los brazos y los puños
y no encontré tu bandera.

Te busco
en la matemáticas
en el canto de los sabios
y no logré hallar tu numero.

¿Dónde estas?
paloma, me pregunto
Dónde estás?
y no encontré tu arrullo.

Te busque
en las llanuras
del olvido
recordé esas inmensas horas
que platicamos
y no encontré tu memoria.

Te busque
en las cristalinas aguas
en el manantial de los amores
y no senti tu rocio.

Te busqué
entre los versos de mi soledad
entre los libros de tu conciencia
y no pude encontrar
tu presencia.

Te busqué
entre los rincones
de la patria
pisando el aroma suave de la tierra
y no pude encontrar tu suelo.

Te busco
entre el pito de la usina
en las filas inmensas de las obreras
y no distingo tu vestido.

Te busco
entre los apostoles
entre la ignorancia y el saber
y no encuentro tu magisterio.

Te busco
entre las reuniones
en la mesa redonda
del debate y la opinión
y no distingo tu posición.

Te busco
en el estruendo de una madrugada
entre el canto y la sirena del ambiente
y no pude hallar tu día.

Te busco
entre el mensaje .de la doctrina
entre la teoria y la practica
y no pude hallar tu verbo.

Te busco
entre la trocha y el río
entre pájaros,arbustos y flores
y no puedo dar con tu destino.

Te busco
en el rincón dolido de mi barricada
y no pude hallar tu corazón.

Te busco
entre las letras de las canciones
entre las vocales y consonantes
y no te puedo hallar como antes.

Te busco
entre las notas
de quena,guitarra,

quirquincho y charango
y no encuentro tu canción.

Te busque
hasta la cumbre
de la libertad y dignidad
y no pude hallar tu altura.

Te busqué
en las ropas húmedas
del holocausto
y no encontre tu sangre

Te busco
entre la tierra y el arado
entre el surco del dolor
y la tristeza
y no pude conseguir tu semilla.

Te busco
entre el trueno y el relámpago
entre el granizo y la nieve
y no encontre tu cordillera.

Te sigo y te seguiré buscando
entre las minas, de nuestros pueblos
entre el cobre, la plata y el oro
y no encontre tu acero.

ME PREGUNTO
¿Dónde estas?
¿Dónde te encuentras?

Vahema

LA LLEGADALA LLEGADA

La Llegada

Hacía rato que había amanecido, entraba a Santo Tomás a pie. El caminar impedía que las piernas se me entumecieran por el frío reinante en esos parajes andinos, que eran el marco geográfico del lugar donde asumiría el cargo de Médico Titular de la Provincia de Chumbivilcas.

La noche me había parecido larga e interminable, el camión en el que viajé desde la ciudad de Sicuani, traía víveres para aquellas comarcas azotadas por una larga sequía. Durante 2 años no había llovido, en las provincias altas del sur de Cusco, con la intensidad necesaria, para que las cosechas hubieran sido suficientes, para su auto consumo y venta en los mercados próximos, el ganado bovino, lanar, equino y auquénido también sufría merma por el hambre y el frío.

La hambruna asolaba las provincias de Cuzco y Puno, registrándose muertes de sus habitantes por inanición. Era frecuente ver a campesinos deambular muy enflaquecidos tener un vómito de sangre y expirar. En la autopsia se encontraba en el estómago ichu, trapos, lana de carnero y cualquier cosa que se habían llevado a la boca para mitigar el hambre que los acosaba.. Estados Unidos a través de la agencia CARE (Comisión Americana de Remesas al Exterior) acudió en auxilio de aquellas poblaciones con unas cajas que contenían una lata de carne, otra de queso tipo Cheddar, una de leche en polvo y otra de harina. Dichos alimentos llegaban por barco al puerto de Matarani, en Arequipa y por ferrocarril eran conducidos a Cusco, de donde se repartían a sus provincias y distritos.

El camión en el cual viajé de Sicuani a Santo Tomás, uno de los tantos de la flota de camiones de la Empresa Gianella, administrada por el señor Francisco Lavado Díaz, se encontró de pronto ante otro camión, detenido en medio de la carretera, que tenía rota la dirección y obstruía el paso en aquella angosta, barrosa y tortuosa carretera en la ladera de un cerro. No quedaba mas remedio que bajarse y empujar dicho camión para poder pasar. En esas circunstancias, dos de la mañana, llegó a mis oídos el llanto de una criatura. Curioso por saber de donde provenía el angustioso llanto, me encaminé hacia la caseta del camión malogrado encontrando en ella a una mujer joven con una criatura en brazos a la cual trataba de calmar meciéndola entre sus brazos. Rápidamente me di cuenta, que el llanto era motivado por el hambre y el frío. La madre no tenía que darle de comer, todas las previsiones de alimento se le habían agotado en las 10 horas que estaban allí detenidos. Regresé al camión, en el cual hacía la travesía, subiéndome a la plataforma busqué en mi maleta un termo y un tarro de leche evaporada, los mismos que llevé a la joven madre para pedirle el biberón en el cual vertí la leche y el agua proporcionalmente. La madre asombrada no comprendía lo que ocurría, para ella era un milagro el encontrar en aquellas circunstancias alimento para su bebe. Aún sorprendida, no cesaba de darme las gracias y me preguntó cuantos hijos tenía y por respuesta obtuvo, que no tenía hijos, que era médico y viajaba a Santo Tomás a hacerme cargo del puesto de Médico Titular de la Provincia de Chumbivilcas.

La señora era Orieles Morales Stiglish de Campos, esposa del Jefe de Línea de la Guardia Civil de Chumbivilcas el Alférez Antonio Campos, viajaba desde Cusco con sus tres hijos Antonio, Jorge y la bebe Sabrina. Requeridos todos los viajeros varones empujamos el camión malogrado, hacia la cuneta para poder continuar viaje. Puesto a un costado del camino el camión, se efectuó el traslado de los pasajeros y sus equipajes, mas bien carga, del camión averiado y he aquí que tuve que ceder mi asiento en la caseta del camión en que viajaba a la joven que llevaba a la bebe y buscarme un sitio en la tolva del camión mixto, sobre la carga y entre otros viajeros.

Al reiniciar la marcha el camión, algunos pasajeros protestaban por lo apretujados que estaban, pero el balanceo del camión al avanzar por la carretera llena de huecos, hizo que todos encontraran su acomodo, cesaron las protestas y el sueño vino a aliviar las penurias que ocasionaba el viaje en esas condiciones.

Cuando el camión se detuvo, las primeras luces del alba alumbraban la región y un bullicio proveniente de arrieros que alquilaban acémilas para continuar el viaje, despertó a los viajeros. Al bajarme por la baranda lateral del camión resbalé y llegué al suelo más rápido de lo esperado. Escogí, para continuar el viaje, uno de esos caballitos de poca alzada, los cuales son oriundos de estas regiones. De día andan a tropezones, pero en las noches galopan como el mejor alazán, llevando sobre sus lomos a un abigeo, de los cuales está lleno esta provincia. En la cárcel provincial la población promedio de presos es de trescientos, la mayoría está por abigeato, en menor grado por delitos contra el honor sexual, por lesiones y homicidio. La alta proporción de detenidos por abigeato se debe a no haber libertad bajo caución por este delito y deben permanecer encarcelados hasta que se realice el juicio y luego ser trasladado a la Cárcel Central de Cusco.

Chumbivilcas es la tierra de los ccorilazo, gente brava, sanguinaria, donde la vida humana carece de importancia. Son famosas sus corridas de toros, hay ganaderos que se dedican a la crianza de ganado de lidia, los mismos que llevan a las corridas de toros de las comarcas cercanas y a otras provincia e incluso a Lima a ser lidiados en el nuestro principal coso: la Plaza de Toros de Acho.Los viejos se lanzan al ruedo a torear arriesgadamente, prefieren morir borrachos, en el ruedo, en las astas de un toro matrero, en la Fiesta de la Mamacha Natividad, celebrada el 8 de Setiembre, que morir en su cama sufriendo los males de la vejez. Comarca esta, donde al conocerse la muerte de uno de sus habitantes, nadie pregunta de qué murió, sino quién lo mató.

Montado en la bestia y echada a andar, con el continuo roce de mis posaderas con la montura, estas no aguantaron mas y tuve que verme precisado a apearme y continuar el viaje a pie, caminando con las piernas abiertas por escaldadura de mis nalgas, como si imitara a un vaquero del lejano oeste.

El gañán con mi maleta a sus espaldas corría a mi lado. En ese penoso caminar empecé a recordar los distintos medios de locomoción que había usado para llegar hasta ese extremo del país, que al decir de los lugareños, es la baticola del mundo. Al viajar de Lima hacia Cuzco lo hice en avión, luego de Cuzco a Sicuani utilicé el tren, de Sicuani a la punta de carretera el camión, de allí la acémila y luego terminé sobre lo que siempre había tenido por compañera en mis andanzas, mis propias piernas.

Al ingresar a Santo Tomás por la Calle 28 de Julio, observé una calle ancha, empedrada, en el centro de la cual presentaba una canaleta por donde discurría en escasa cantidad agua, veredas laterales de sillar, casas de dos pisos construidas con bloques de sillar, puertas, ventanas y balcones la mayoría de madera de eucalipto.

Algunas casas tenían techo de calamina, la mayoría de paja de las altas cumbres andinas: el ichu, del cual se desprendía vapor de agua; al aparecer el astro rey, el rocío del amanecer allí impregnado se evaporaba. Al avanzar noté que los chanchos hocicaban en el suelo entre otros desperdicios, excrementos humanos. En las noches, los vecinos desde sus balcones arrojaban el contenido de sus bacines a la calle y en las mañanas al clarear el alba los chanchos convertidos en la Baja Policía limpiaban las calles.

Traté de indagar por el Subprefecto de la provincia, pero las dos o tres personas con quienes me crucé, sin contestarme, echaban a correr alejándose por las calles adyacentes; supuse que eran así de ariscas ante la presencia de forasteros o podía ser porque ellos eran quechua hablantes y no hablaban español. Seguí caminando hasta que al llegar a una plaza, que era un gran descampado con un malecón en unos de sus lados y circundada por casas, avisté a un hombre enfundado en un poncho, que venía en mi dirección, al mirarlo observé que en la pechera del poncho se mostraban las manchas dejadas por los últimos alimentos ingeridos, vestía debajo del poncho un terno de casimir y calaba en su cabeza un sombrero de paño con una cinta de seda grasienta en toda su extensión. Era un hombre de mas o menos cuarenta años, cuyo rostro mostrábase sebáceo y sus ojos presentaban secreciones blanquecinas en ambos ángulos internos. —Buenos días, señor. Por favor, podría decirme dónde puedo encontrar al señor Raúl Pacheco. —Y… ¿para qué lo está buscando?. —Soy el Dr. Santa María, el nuevo médico. El asombro y la incredulidad se pintaron en su rostro y espetó: —¿Qué?,… ¿Ud. es médico? —Si señor, traigo una carta del Diputado de la provincia el Dr. Miguel Mendoza Dongo para el Subprefecto Raúl Pacheco. Esta reacción del hombre, no era de extrañar, la mayoría de las gentes, tiene idea del médico como una persona mayor, robusta y de aspecto saludable; pues bien yo era muy delgado pesaba apenas 55 kilos, porte esmirriado, cabello peinado con raya al costado izquierdo y mi aspecto en general era el de un hombre muy joven, el cual por los años que representaba no habría terminado una carrera tan larga como la médica.Repuesto de su sorpresa, me dijo que él era el Subprefecto. Tomó la carta que le entregué, rasgó el sobre, sacó la misiva que le enviaba su primo, procedió a leerla y recién, después de enterarse de su contenido, se mostró afable. Sonrió, me extendió la mano, observé que sus uñas eran muy largas y llenas de tierra.

Correspondí estrechando la mano que se me tendía.Me invitó a su casa para tomar el desayuno, diciéndome que luego habría tiempo para llevar a cabo las acciones que mi presencia en el pueblo requería, como conocer el lugar en que funcionaba el Centro Assistencial, el personal de la misma, así como lo que correspondía a mi estancia: el alojamiento y la alimentación.

Pasamos delante de la Iglesia, una colosal construcción de tipo colonial que databa del año l790, construida con bloques de sillar. Ostentaba en su fachada principal dos altas torres y en la parte central un gran pórtico con enorme y pesada puerta, circundaba el atrio un cerco con tres arcos, de los cuales quedaba en pie solo el del frente, los laterales estaban semi derruidos.El templo estaba en reconstrucción por la CRIF (Corporación de Reconstrucción y Fomento) organismo dedicado a reconstruir edificios públicos dañados por el terremoto que asoló a Cuzco en 1950.

El encargado de la obra era un hijo del lugar el Ingeniero Ugarte.Continuamos caminando, pasamos al costado del Palacio Municipal, construcción de dos pisos frente a una plaza con pileta central, allí me indicó que se le había cedido al Médico anterior una habitación, mas allá en el mismo edificio pasamos delante de la oficina del SCIPA, al doblar hacia la derecha nos encaminamos hacia su casa.

La casa era una construcción de dos pisos de sillar, tres puertas a la calle, en los altos un balcón.Entramos por la puerta central a un hall donde había una mesa y sillas, mas allá se veía un patio y materiales de construcción. Esta habitación era su comedor.A la izquierda una puerta daba ingreso a una tienda de abarrotes, que por la hora temprana del día, estaba cerrada y a la derecha otra puerta daba acceso a un cuarto que servía de hospedaje para transeúntes, quienes en su mayoría provenían de la provincia Grau del vecino departamento de ApurímacEra un cuarto amplio, con dos puertas y sin ventanas, el cual contaba con diez camas, una de las cuales me fue ofrecida.¡Que lejos estaba de mis aspiraciones de privacidad!. Pero no había otra alternativa, así es que solicité ocupar una cama; ofreciéndoseme colocar un biombo para aislarme del resto de huéspedes, que en su mayoría llegaban los fines de semana.

El desayuno consistió en un café hecho de menestras endulzado con azúcar rubia y en lugar de pan se me ofreció papa helada conocida como chuño y queso.Acabado el desayuno avisados por vecinos del lugar se presentaron dos personajes, uno el Auxiliar Sanitario Edilberto Ugarte, hombre de mediana edad, vestía un terno de casimir, presentaba una parálisis facial derecha, cicatrices en la cara, dificultad para hablar porl tener la lengua partida debido a lesiones provocadas por los ataques de epilepsia que padecía y el otro Justo P. Mendívil Jefe del Botiquín Popular, hombre bajito, rollizo, enfundado en un terno de saco corto, muy ceñido a su cuerpo; ojos grandes de mirada vivaz.Ambos al presentarse me saludaron con unas profundas reverencias que me causaron mala impresión.

La Posta Médica funcionaba en una de las habitaciones del primer piso de la Municipalidad, constaba de un solo cuarto que a la vez le servía de alojamiento y consultorio al Dr. Postigo, estaba cerrada con candado.El Dr. Postigo había sido denunciado, de abandono del cargo, por las autoridades del pueblo ante el Jefe del Area de Salud del Cusco Dr. Gustavo Hermoza Mariscal, quien después de haber constatado in situ la ausencia del Dr. Postigo durante la pandemia mundial de Gripe Asiática, lo había destituido y en su lugar yo venía a cubrir la vacante.El Dr. Postigo aún permanecía ausente del pueblo..

El Botiquín Popular ocupaba una sala en el segundo piso del edificio de la Municipalidad, contando con escasas medicinas, la mayoría de ellas eran medicamentos galénicos de consumo popular, como árnica, trementina, analgésicos, frotación salicilada, ampollas de clorhidrato de emetina, etc.

Inquirí a los dos empleados de la Posta Médica por el hospital que se me había referido allí existía, así mismo de la Beneficencia Pública, ambos se miraron con asombro pues tales instituciones no existían.Busqué al Supervisor de Educación Napoleón Chumbe Vilcarromero, a quien visité en su casa que a la vez era la Oficina de la Supervisión de Educación, a fin de conocer sobre el puesto de Supervisor de Sanidad del Ministerio de Educación, informándome que estando por finalizar el año no había presupuesto para tal plaza.Aquí me encontré con el Ingeniero Agrónomo José Luis Rodríguez Valencia a quien conocí en el Ministerio de Educación, cuando le entregaban su nombramiento de Supervisor Agropecuario de Chumbivilcas y nos habíamos visto después en el Cusco de donde viajó inmediatamente a Santo Tomás, en tanto que yo por indicaciones del Dr. Hermoza, permanecí en el Cusco para conocer el trabajo de salud que se estaba realizando en la Pampa de Anta en las localidades de Poroto, Pucyuria, Izquchaca, en coordinación con el SECPANE,Por lo tanto él me había antecedido en llegar a Santo Tomás, al saludar a la primera persona conocida, indagué sobre su alojamiento y pensión alimentaria.Me informó que a su llegada se encontró con el Ingeniero Agrónomo Hernán Torres La Jara, Agente Rural del SCIPA, con quien había estudiado en la Universidad de La Plata. Compartía una habitación en los altos de la casa del Subprefecto con dicho ingeniero y su secretario el señor Raúl Arce Borda .El se dirigía a almorzar así es que lo acompañé a la Pensión Arequipa de Carmen Villena.La pensión ocupaba un solar con una gran puerta que daba a un patio, en la pared situada a la derecha había una puerta que daba acceso al comedor, el piso estaba entablado con madera de eucalipto, cubierto en parte de barro, barro que traían en sus zapatos los parroquianos. Había unas cuantas mesas pequeñas y algunas sillas de madera. Una ventana dejaba ver la cocina donde, con leña y a falta de esta con bosta (excremento desecado de ganado vacuno), en unos fogones se colocaban las ollas y sartenes para cocer los alimentos. El techo de paja mostraba unos colgajos negrosEl almuerzo consistió en un caldo de cabeza de carnero y de segundo churrasco de carnero con papas, huevo frito y arroz. El muchacho que trajo el caldo tenía los dedos pulgares sumergidos en él, al asir el plato lateralmente con ambas manos. Al caldo le habían agregado aceite, el mismo que en pequeños glóbulos sobrenadaba, al igual que la cebolla de rabo, cortada en pequeños trozos. Al terminar el almuerzo nos despedimos y al quedarme solo empecé a razonar acerca de lo visto hasta ese entonces: ausencia de hospital, de Posta Médica, carencia de presupuesto para el cargo de Supervisor de Sanidad, en el Botiquín había comprobado la inexistencia de medicinas con las cuales hacer frente a las enfermedades prevalentes en la zona. Carencia total de material médico quirúrgico Las condiciones precarias de vida en aquel remoto lugar, muy lejos de un centro de mayor desarrollo, falta de medios de transporte regular, llegaban camiones cuando traían carga y podían vadear los ríos que en la época de lluvias crecían impidiendo el pase, ante la carecía de puentes, me hicieron reflexionar y preguntarme:

¿Para qué me quedaba, si se carecía de lo mínimo indispensable para el ejercicio de mi profesión? Hasta aquí ya tenía suficiente información para decidir si me quedaba o no en Santo Tomás y solo tenía una respuesta: Marcharme. Busqué un muchacho para que llevara mi maleta y emprendí el regreso al camión en el cual había hecho la travesía de venida, que se encontraba unos kilómetros atrás. Llegado al sitio donde había quedado el camión encontré a los comerciantes lugareños tratando con el chofer sobre el pago de los fletes por la carga traída y los encargos de nuevas mercancías para el próximo viaje. Le dije al chofer que me reservara un asiento en la caseta porque regresaba a Sicuani. Un tanto sorprendido, me contestó que apenas retornara del pueblo el señor Washington Reynoso partiríamos y acto seguido mandó poner mi maleta junto a la carga, esta vez consistente en gran cantidad de botellas de cerveza vacías enfardeladas en sacos de yute, que en grandes cantidades consumen los mistis o huiracochas (señores de clase acomodada) y cilindros vacíos cuyo contenido había sido aguardiente conocido con el nombre de “guacto” de gran consumo por la mayoría de sus habitantes. Acto seguido me acomodé en la caseta y no tardé en quedarme dormido. Desperté con la llegada del señor Reynoso, en cuya compañía había venido desde Sicuani y durante el viaje habíamos compartido experiencias, tan es así que él me dijo que viajaba con cierta frecuencia a Yauri, Yanaoca, Santo Tomás y Acomayo, las llamadas provincias altas, por su cargo de Sub Jefe de la Caja de Depósitos y Consignaciones para controlar la venta de aguardiente y coca, así como los depósitos de dinero. Por mi parte le comenté que me acaba de graduar de médico, este era mi primer puesto en el Ministerio de Salud, recién me había casado y dentro de un mes traería a mi esposa a Santo Tomás.

Al preguntarme que hacía sentado en el camión y tener por respuesta que me regresaba, me pidió que bajara del camión, que tenía algo que decirme. Cuando bajé, me llevó a la parte trasera del camión y me lanzó una tremenda reprimenda: —¿Cómo es posible que siendo Ud. un profesional joven que ha llegado a este pueblo lleno de optimismo, de ilusiones y deseos de triunfar; ante la realidad de nuestro Perú profundo, daba marcha atrás y salía corriendo despavorido, sin importarle nada ni nadie. Sin tener en consideración que era la esperanza de sus padres y hermanos, como también de su recién desposada. —Al tomar esta decisión Ud. no ha reparado en lo que dirían sus colegas, sus amistades, sus vecinos allá en la lejana Lima, su jefe de Cusco, los empleados del Area de Salud de Cusco. —No señor, si Ud. hace esto hoy, ante la primera dificultad da la espalda y sin medir las consecuencias no la afronta. Nunca dejará de dar la espalda a las dificultades y salir corriendo. Solo un ser pusilánime haría lo que está pretendiendo hacer. Esta primera vez, ante la cruel realidad, es la prueba para medir su temple y míreme, físicamente soy mas fuerte que Ud. y si es necesaria la fuerza, yo la usaré, pero Ud. no se regresa hoy, por lo menos en este camión. Ud. se queda aquí y ahora”. Dicho y hecho ordenó bajar mi maleta y al chofer le indicó que arrancara rumbo a Sicuani. Estupefacto y confuso por lo que había oído no atiné mas que a mirar como el camión se alejaba e iba perdiéndose en el horizonte dejando tras sí una nube de polvo. Me acerqué a mi maleta, que había quedado tirada en medio del camino, la abrí y extraje de ella una botella de champagne, la destapé y bebí su contenido a grandes sorbos: Era el día de mi cumpleaños. De regreso al pueblo, dirigí mis pasos hacia la pensión, llegado a ella me tumbé sobre la cama que me habían asignado. No sé cuanto tiempo permanecí acostado, pero desperté al sentirme llamado por un gentío que invadió el cuarto. Traían cargado entre varios hombres a un herido que sangraba profusamente de la cabeza. En una taberna del lugar se habían reunido varios parroquianos, de pronto surgió la discordia y en plena pelea uno de ellos cogió una botella y la estrelló sobre la cabeza de su contrincante, produciéndole pérdida de la conciencia y una herida en el cuero cabelludo. Inconsciente, borracho y sangrando fue traído hasta mi cuarto. De un porrazo se me quitó el aletargamiento y dándome cuenta de la situación caí en la conclusión que no tenía con que suturar el cuero cabelludo. Salí a la calle, tratando de ordenar mis ideas para resolver el problema, cuando vi a una jovencita, en la puerta lateral de la casa que ocupaba, estaba sentada en una silla bordando una pieza de tela, me dirigí hacia ella y le solicité que me prestara una aguja, un pedazo de hilo blanco, su pinza de depilar sus cejas y una tijera., me miró sorprendida y algo desconfiada, pero en pueblo chico ya la noticia de mi llegaba era de conocimiento general. Reunió lo que le solicité y me lo alcanzó. Premunido de estos adminículos, regresé al cuarto donde estaba el herido, saqué de mi maleta mi máquina de afeitar y jabón, mandé a sus acompañantes a traer agua y aguardiente y procedí a limpiar con agua y jabón la cabeza del herido. La afeité y ordené darle mas trago al paciente, a falta de anestesia, para proceder a suturar la herida. Acabada la operación y retirado el herido con sus acompañantes, quedó el suelo sucio con sangre, cabellos y agua, lo que fue motivo para que tuviera mi primer encontronazo con la esposa del Subprefecto, dueña de la pensión, por haber atendido al herido en su establecimiento, contaminando el suelo con sangre y el ambiente con los borrachos. Le expliqué, que frente a la necesidad de una atención de urgencia, por el abundante sangrado del cuero cabelludo del herido, no encontré otro sitio donde suturarlo, puesto que Posta Médica no existía y dada la hora avanzada de la tarde el Botiquín Popular estaba cerrado. Además había tenido que improvisar el instrumental, tanto yo como lo que había visto en el Botiquín, carecíamos del mismo, para proceder a practicar una cirugía menor. Resultó que quien me había proporcionado los medios para la sutura era su hija Frida. Pasado el mal rato me acomodé nuevamente en mi cama, había anochecido y las viscisitudes pasadas me rindieron y caí en un profundo sueño, el mismo que fue violentamente interrumpido por la llegada de un viajero que se adjudicaba la posesión de la cama que me habían asignado y furioso por encontrarla ocupada, se arrojó sobre mí, me levantó en vilo profiriendo interjecciones que mejor no las reproduzco y me lanzó al suelo. Al barullo provocado por este incidente, se presentó el Subprefecto, quien arregló la situación; el viajero era Serapio Albis gobernador del distrito de Llusco, distrito situado a 8 leguas de Santo Tomás, quien de paso por este pueblo, ocupaba la cama próxima a la puerta, la misma que me había sido ofrecida. Presentados ambos y con las disculpas de su parte, al fin podía darle descanso a mi adolorido cuerpo y a mí atormentada mente. Así terminó mi primer día en Santo Tomás un pueblito allende la inmensidad de los Andes peruanos. Una fecha que sería para recordar toda mi vida y que la humanidad también la recordaría, puesto que aquel día 05 de Octubre de 1957, el hombre había logrado hacer circunvolar alrededor de La Tierra, fuera de la gravedad terrestre, la primera nave espacial que significaba un primer paso de un vasto programa que lo habría de llevar a la conquista de los espacios siderales, que como primera etapa tenía el llegar a la Luna y era para mi el primer hito de mi desarrollo profesional.
Luis D. Santa María Alvarado